
El planeo, que es la forma básica de vuelo, se basa en una razón teórica muy simple: se trata de utilizar estructuras de bajo peso que al cortar el aire creen una diferencia de presión entre el aire situado inmediatamente por encima e inmediatamente por debajo, siendo menor la presión superior. De esta forma se produce una especie de absorción hacia arriba que mantendrá el objeto en el aire.

El vuelo no es en absoluto exclusivo de los pájaros. Existen reptiles voladores, como el conocido como dragón volador que habita en el sudeste de Asia e Indonesia, dotado de unas membranas desplegables a cada lado del cuerpo, que le permiten hacer importantes planeos entre los árboles. También pueden volar algunos anfibios, como la rana de Reinwardt, dotada de amplias membranas interdigitales en las cuatro patas que despliega para planear. Incluso existen peces que pueden volar, como el conocido pez volador, dotado de grandes aletas pectorales y ventrales que utiliza a modo de alas, pudiendo realizar por encima de la superficie del agua planeos superiores a los cien metros.

Entre los mamíferos también existen algunos voladores, incluso altamente cualificados, como es el caso de los murciélagos, capaces de realizar increíbles maniobras aéreas en el transcurso de sus sesiones de caza. En un grado menor de perfección se encuentra el vuelo de las ardillas voladoras, que pueden realizar largos planeos entre las ramas de los árboles. Pero el caso más increíble de todos es el del hombre, que es capaz de volar más alto, más rápido y más cómodo que ningún otro animal sin haber sido dotado por la naturaleza de ningún atributo especializado para tal fin.

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